jueves, 12 de julio de 2007

Fabulaciones en una tarde lluviosa...

Recordaba que una tarde cualquiera, de un otoño acaecido, me dijiste que tenía cierta inspiración y, precisamente, en eso pensaba y en otras cosas más, cuando llovía a ráfagas y la humedad invernal ya era parte de mí. El frío me entumía hasta la médula y, no obstante, avanzaba no sé hacia dónde, ni hacia qué, ensimismado en el laberinto de mis elucubraciones y fabulaciones. El chirriar de unas llantas atrajo mi mirada hacia un pozo de agua en el asfalto, y vi que ese pozo recibía muy agradecido, las gotas de lluvia, que modelaba su existencia en el suelo inerte. No pude dejar de abstraerme en ese pozo, de soñar que ese pozo se tornaba un mundo transparente e infinito, en un mundo diáfano como el mismo cielo, ese pozo metamorfoseado era una fuente cristalina que me llamaba y me invitaba a sumergirme en sus aguas, diciéndome que tú estabas allí: tú y tus humedades; tú en el pozo frío y, entonces, saltando y corriendo como un loco, me sumergí en las aguas y me hundí en tu mundo frágil, en tus brazos, en tus concavidades húmedas y gratas y el frío dejó de ser frío, y el mundo se volvió pozo y el pozo se volvió lago inmenso y, yo, buceando contigo, en las aguas caídas de esas nubes maravillosas, fui inmensamente feliz hasta que... alguien tocó el claxon.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me imagino que esta "fabulacion" hubiera sido mas placentera si lo hubieras tenido en una tarde soleada y en parque, asi por lo menos no hubiera habido claxon para interrumpir. igual,sigue siendo hermoso la prosa. salu2.