Todos los que en algún momento reclamamos la libertad de Ingrid estamos de fiesta. Poco importa si ha sido producto de un engaño que el ejército colombiano le hizo a las FARC, o si los custodios de los ex-secuestrados fueron sobornados. Lo importante es que Ingrid Betancourt está libre.
La que por mucho tiempo fue el símbolo del secuestro en Colombia ahora tiene la oportunidad para decirle a su pueblo y al mundo entero no solo las experiencias de su humillante cautiverio sino, además, los motivos por los cuales las FARC siguen empeñados en seguir adelante con su campaña guerrillera. Porque de hecho, durante estos siete años de secuestro, tiene que haber tenido largas conversaciones y quizás polémicos debates con los líderes de esta organización.
Claro que esto es un supuesto. Pudiera ser que no haya habido ni un solo encuentro verbal con los jefes y ni siquiera con los demás guerrilleros. Pero estoy seguro que a ninguno de ellos –los militantes de las FARC- se les escapaba el hecho de que ella fue candidata a la presidencia de Colombia. Y que, por lo mismo, tenía mucho que decir sobre las condiciones sociopolíticas y socioculturales en que se encuentra dicho país.
En el Perú, cuando el MRTA secuestró a más de un centenar de funcionarios y diplomáticos en la embajada japonesa, durante los ciento y pico de días que duró el cautiverio, muchos de estos rehenes sostuvieron largos diálogos con los captores e inclusive con el mismo Néstor Cerpa. De ello hay muchos reportajes y mas de un libro en que se da cuenta el porqué de la "toma de la embajada" y los fines de largo aliento de la lucha guerrillera de este grupo.
Si la futura presidenta de Colombia -como algunos colombianos están reclamando- se animase a revelar las líneas resaltantes de estos diálogos, quizás podría entenderse mejor los objetivos inmediatos y mediatos de esta organización subversiva y tal vez acelerar, en un futuro no lejano, un posible acuerdo que permita la liberación de todos los rehenes.
La paz que tanto reclama Colombia es posible, pero hay que construirla desde los cimientos con los actores involucrados en esta contienda. Quizá para ello el primer paso sería la liberación de los demás secuestrados. Y si es sin disparar ni un solo tiro –como se ha efectuado en esta operación militar- no sería menoscabo para las FARC sino todo lo contrario. Ojalá que así sea.
La que por mucho tiempo fue el símbolo del secuestro en Colombia ahora tiene la oportunidad para decirle a su pueblo y al mundo entero no solo las experiencias de su humillante cautiverio sino, además, los motivos por los cuales las FARC siguen empeñados en seguir adelante con su campaña guerrillera. Porque de hecho, durante estos siete años de secuestro, tiene que haber tenido largas conversaciones y quizás polémicos debates con los líderes de esta organización.
Claro que esto es un supuesto. Pudiera ser que no haya habido ni un solo encuentro verbal con los jefes y ni siquiera con los demás guerrilleros. Pero estoy seguro que a ninguno de ellos –los militantes de las FARC- se les escapaba el hecho de que ella fue candidata a la presidencia de Colombia. Y que, por lo mismo, tenía mucho que decir sobre las condiciones sociopolíticas y socioculturales en que se encuentra dicho país.
En el Perú, cuando el MRTA secuestró a más de un centenar de funcionarios y diplomáticos en la embajada japonesa, durante los ciento y pico de días que duró el cautiverio, muchos de estos rehenes sostuvieron largos diálogos con los captores e inclusive con el mismo Néstor Cerpa. De ello hay muchos reportajes y mas de un libro en que se da cuenta el porqué de la "toma de la embajada" y los fines de largo aliento de la lucha guerrillera de este grupo.
Si la futura presidenta de Colombia -como algunos colombianos están reclamando- se animase a revelar las líneas resaltantes de estos diálogos, quizás podría entenderse mejor los objetivos inmediatos y mediatos de esta organización subversiva y tal vez acelerar, en un futuro no lejano, un posible acuerdo que permita la liberación de todos los rehenes.
La paz que tanto reclama Colombia es posible, pero hay que construirla desde los cimientos con los actores involucrados en esta contienda. Quizá para ello el primer paso sería la liberación de los demás secuestrados. Y si es sin disparar ni un solo tiro –como se ha efectuado en esta operación militar- no sería menoscabo para las FARC sino todo lo contrario. Ojalá que así sea.