sábado, 6 de junio de 2009

ALAN GARCIA PEREZ: EL MISMO DE AYER


En el “Día Mundial del Medio Ambiente” han sido masacrados muchos nativos (se desconoce la cifra exacta pero algunos medios de la región hablan de que podrían bordear el medio centenar sin contar los cientos de heridos por bala y explosivos) de la Amazonía Peruana. La orden para esta “celebración” macabra ha venido del Palacio de Gobierno que dirige el muy “demócrata” Alan García Pérez. La justificación para ello: “no son ciudadanos de primera clase”. O sea, en buen romance, son casi animales.

El odio contra los amazónicos (o “chunchos” como lo llaman despectivamente los de “arriba”) viene desde hace mucho tiempo. Sin embargo, en estas últimas semanas se había exacerbado por la lucha que emprendieron los pueblos indígenas en defensa de sus territorios, peligrosamente puestos en riesgo, por la dación de una serie de leyes anti-constitucionales que ampara la penetración de capitales transnacionales para la explotación de recursos petrolíferos, gasíferos, madereros, metálicos y otros.

El que dice ser “Presidente de todos los peruanos” --pero que en verdad gobierna en función de los intereses de un puñado de empresarios criollos y otorga “mecanismos legales” para incrementar las ganancias de las inversiones transnacionales-- es un conspicuo dador de órdenes de matanzas y asesinatos tan igual, o quizá peor que su sucesor, y a la vez antecesor en el cargo, el ex dictador Alberto Fujimori. Es el mismo que en su primer gobierno (1985 – 1990) no le tembló la mano, ni la voz, para ordenar la masacre de los 300 internos por subversión o “apología de la subversión” de “El Frontón”, “Lurigancho” y “Santa Bárbara”. Es el mismo que ordenó se ejecutara el “Plan Huancayocc” que dio como triste resultado el asesinato de 69 comuneros del poblado de Accomarca (enclavada en la serranía andina del sur peruano). Es el mismo que ordenó se silenciara los crímenes de los poblados de Pucayacu, Umaru, Bellavista, Parcco, Pomatambo, Cayara, Santa Ana, Pampamarca, Chumbivilcas y Calabaza. Es el mismo que protegió y encubrió los crímenes del grupo paramilitar “Rodrigo Franco”. En resumen: el Alan de hoy, sigue siendo el mismo de ayer.

Ahora, en su segundo gobierno (2006 - ¿?), el avejentado García Pérez que solo tiene “cosas positivas” y que conduce una política “moderna y responsable” (Vargas Llosa dixit) ha vuelto hacer de las suyas. Como medida previa a este asesinato masivo señaló, hace algunos meses atrás, que las fuerzas policiales tienen la obligación de usar sus armas de reglamento contra los manifestantes que alteren el orden público. Y como los nativos estaban protestando y habían tomado algunas carreteras, pues, había que meterles bala, bombas lacrimógenas, vomitivas, etc. Para justificar su execrable acción nos dicen que los nativos empezaron el genocidio matando a nueve policías. ¿Podrían imaginar un bando armado a la usanza prehistórica con palos, arcos, flechas y lanzas contra cuerpos militarizados (francotiradores incluídos)pertrechados con fusiles de guerra y otros instrumentos propios de la represión? ¿Imaginan cual sería el resultado? Pues, sí, eso mismo: las víctimas son los de siempre. Es decir, del lado del pueblo. Esos que “no son ciudadanos de primera clase”.

Este baño de sangre y horror que ha dejado muchas víctimas, por ambos lados, podría haberse evitado. Alan García Pérez no quiso. Y, por eso mismo, debe ser enjuiciado no sólo por los tribunales del Perú sino también por los tribunales del mundo. Las instituciones de la ONU, de la OEA, de la UNASUR, etc. deben pronunciarse con firmeza contra estos crímenes de lesa humanidad. La muerte de estas víctimas originarias de la amazonía peruana no debe quedar impune. Esta vez el “demócrata” Alan García Pérez y su cohorte de aduladores deben pagar por los crímenes cometidos. Es justicia que se debe alcanzar. Es justicia que debemos exigir. Unámonos todos y salgamos a las calles a exigir justicia por los caídos en la lucha por su libertad y sus derechos humanos. Es un imperativo moral que no debemos olvidar.

1 comentario:

RGAlmazán dijo...

¡Qué canallada! Poco podemos hacer ante tales impunidades, salvo denunciarlo como has hecho. Yo también sacaré en mi bitácora una entrada hablando de este hecho. Por cierto, un hecho silenciado por lo medios de comunicación, apenas se ha escrito sobre ello. ¿Qué hubiera ocurrido si algo así --cosa absolutamente improbable-- hubiera ocurrido en Bolivia o Venezuela? Habría sido primera página de El País y de los demás diarios "prestigiosos".
Mi solidaridad con los nativos.

Salud y República