viernes, 12 de junio de 2009

ALAN GARCIA PEREZ: EL MESIAS DE LA MUERTE

Por: Edgardo Alarcon (comentario diario "La República" Vie, 12/06/2009 - 06:17)

Alan García, el Mesías de la muerte, el impostor del futuro de nuestros hijos y el destructor de nuestro medio ambiente, no pudo haber hecho nada mejor que el unir a nuestros compatriotas. Alan, sabedor es que la vida es lo más preciado para el ser humano, pero, sin embargo, debido a su demencial amor por el genocidio y usurpador de la verdad, acabó con muchas vidas preciadas. La vida, en su entender, no es nada mas que dinero para engatusar su vanidad y la de sus adictos. El negro comportar de este personaje es una ofensa para la inteligencia y la cultura. La democracia no significa asesinatos, corrupción y racismo. La democracia es un sistema que valora, primeramente, la vida y deja florecer la libre competición de ideas para llegar a conclusiones que beneficien a la gran mayoría, sin mezquinar los derechos de las minorías. El diálogo dentro de la democracia no es sentarse alrededor de la mesa y dictar cual troglodita (de "primera clase") con cachiporra en la mano, sino es oír, concatenar ideas y explorar resoluciones que beneficien a las mayorías. El Perú de hoy necesita de gobernantes con visión de futuro, pero Alan nunca ha sido un político que aspira pasar a la historia como alguien que realmente ha cambiado al Perú. Su misión, debido a su obtuso pensar y su pequeño entender de las grandes transformaciones sociales que se dan en otras sociedades, es solo convertir al Perú en un país proveedor de recursos naturales y mano de obra barata. Según Alan, el desarrollo es despojar tierras y recursos estratégicos en beneficio del capital de los grandes monopolios rapaces . Este pensar, aun en los grandes orbes donde controlan los destinos del mundo, es totalmente desfasado y contradictorio a sus intereses. Es por ello, que nosotros, peruanos con una nueva visión, necesitamos divergir de este entender y luchar por el desarrollo integral de nuestra sociedad.

Post Data: Las negritas son mías.

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