Alberto Kenya Fujimori Fujimori nace en Lima el 28 de Julio de 1938 en el seno de una familia de inmigrantes japoneses. En 1961 obtiene el título de ingeniero agrónomo en la Universidad Nacional Agraria de La Molina, del cual, tiempo después, sería uno de sus docentes y luego rector. En 1988 funda la agrupación política Cambio 90 y se presenta a las elecciones generales de 1990, compitiendo con el novelista Mario Vargas Llosa, a quien derrota en segunda vuelta.
Estando en el poder se rodeó de criminales y corruptos como el tristemente célebre Vladimiro Montesinos (hoy preso en la Base Naval del Callao) quien, a partir de entonces, sería su más fiel servidor, su asesor y su más íntimo compañero de fechorías a quien le encomienda dirigir el Servicios de Inteligencia Nacional (SIN) para accionar el espionaje político del régimen, sistematizar la represión y amasar las inmensas fortunas de los principales líderes del gobierno fujimorista.
El 05 de Abril de 1992, a sugerencia del nefasto Montesinos, disuelve el Congreso Nacional, detiene a los principales líderes de la oposición y se embarca en un proyecto dictatorial so pretexto de combatir la subversión de Sendero Luminoso y el MRTA.
En su estrategia “antisubversiva” implantó una política de aniquilamiento del enemigo “terrorista” en todos los frentes: en el combate directo con las guerrillas en las “zonas de emergencia”, así como también, en las instancias políticas, académicas, gremiales, barriales, etc. violando flagrantemente los Tratados Internacionales y los DDHH.
Pisoteó la Constitución Política estableciendo en el Poder Judicial tribunales ilegales con “jueces sin rostro” que avalaron los encarcelamientos masivos, las torturas, los asesinatos selectivos, las ejecuciones sumarias y las desapariciones forzadas de supuestos “terroristas”. Los enjuiciados en estos sumarísimos procesos no tuvieron las garantías necesarias de un juicio justo, ni la defensa adecuada, como establecen las normas legales y constitucionales.
Creó y desplegó por todo el territorio nacional a los tenebrosos escuadrones de la muerte (“Grupo Colina”) cuyos efectivos gozaron de total impunidad para detener, secuestrar, torturar y matar a cualquier persona sospechosa de tener vínculos con la subversión. Y luego los felicitó y los premió ascendiéndolos en sus rangos militares por los “grandes aportes efectuados en la ‘seguridad’ del país”. Y cuando fueron descubiertos y sancionados por la justicia, los amnistió porque, a su juicio, habían actuado como verdaderos patriotas en defensa de la patria.
Sojuzgó al Poder Legislativo intimidando y comprando adhesiones, como sucedió con los famosos “congresistas tránsfugas”, los mismos que consagraron una legislación contraria a los derechos de los ciudadanos y proclive a los intereses de las transnacionales imperialistas que literalmente se apropiaron de todas nuestras riquezas nacionales.
Se regodeó en el fango de una prensa servil y obsecuente que alababa sus prácticas mercenarias y represivas, magnificaba sus logros, silenciaba sus crímenes y, por el contrario, denigraba a todas sus víctimas y opositores.
Ahora -siete años después de haber abandonado su cargo y salir subrepticiamente del país, como un vulgar delincuente- el ex dictador enfrenta a la justicia peruana. Los crímenes que se le imputan son harto execrables. Quizá los más relevantes sean los casos siniestros perpetrado por el “Grupo Colina”: Barrios Altos y La Cantuta.
La matanza de Barrios Altos, efectuada la noche del 03 de Noviembre de 1991 acabó con la vida de 15 personas que se encontraban participando de una fiesta y entre los cuales se encontraba un niño de escasos ocho años. Fue una masacre practicada con saña, alevosía y premeditación en la que los criminales, cubiertos los rostros con "pasamontañas", descargaron todas las balas de sus armas automáticas sobre los cuerpos tendidos en el suelo de estos indefensos pobladores. El testimonio recogido por la CVR a los sobrevivientes de esta masacre es de lo más espeluznante e invito a leerla aquí.
El secuestro y la ejecución de los nueve estudiantes y un catedrático de la Universidad La Cantuta realizado entre la noche del 17 y la madrugada del 18 de Julio de 1992, en la residencia estudiantil de esta misma universidad, fue perpetrado por el mismo “escuadrón de la muerte” (Grupo colina) quienes ejecutaron sin mayor preambulo a estos universitarios y al docente y luego enterraron los cuerpos con cal, en un descampado, en el vano intento de desaparecer todo rastro de estas víctimas.
Estos crímenes de lesa humanidad por los que será juzgado (amen de otros por corrupción, usurpación de funciones, malversación de fondos, peculado, asociación ilícita para delinquir) merecen tener una sanción en la que el Estado descargue todo el peso de la ley y sirva de ejemplo para todos los aspirantes a dictador que se sientan atraídos por la violencia y fracturen los sistemas democráticos para imponer su tiranía. Aquí es oportuno señalar lo que mencionaba el articulista José María Mena del diario El País (“El ultimo viaje”) con respecto a la inmundicia de este gobierno fujimontesinista: “…aquí cabe apreciar, objetivamente, la criminalidad de los dictadores, de las dictaduras, de sus instituciones y de sus sectores de apoyo, constituidos en grupo u organización delictiva, con sus jefes, sus bases violentas y sus cómplices y encubridores, aparentemente apacibles y silenciosos” Y remataba este escrito con una aserción muy oportuna y digna de tenerse siempre presente: “¡Todos los fujimori tienen sus montesinos!”.
Estando en el poder se rodeó de criminales y corruptos como el tristemente célebre Vladimiro Montesinos (hoy preso en la Base Naval del Callao) quien, a partir de entonces, sería su más fiel servidor, su asesor y su más íntimo compañero de fechorías a quien le encomienda dirigir el Servicios de Inteligencia Nacional (SIN) para accionar el espionaje político del régimen, sistematizar la represión y amasar las inmensas fortunas de los principales líderes del gobierno fujimorista.
El 05 de Abril de 1992, a sugerencia del nefasto Montesinos, disuelve el Congreso Nacional, detiene a los principales líderes de la oposición y se embarca en un proyecto dictatorial so pretexto de combatir la subversión de Sendero Luminoso y el MRTA.
En su estrategia “antisubversiva” implantó una política de aniquilamiento del enemigo “terrorista” en todos los frentes: en el combate directo con las guerrillas en las “zonas de emergencia”, así como también, en las instancias políticas, académicas, gremiales, barriales, etc. violando flagrantemente los Tratados Internacionales y los DDHH.
Pisoteó la Constitución Política estableciendo en el Poder Judicial tribunales ilegales con “jueces sin rostro” que avalaron los encarcelamientos masivos, las torturas, los asesinatos selectivos, las ejecuciones sumarias y las desapariciones forzadas de supuestos “terroristas”. Los enjuiciados en estos sumarísimos procesos no tuvieron las garantías necesarias de un juicio justo, ni la defensa adecuada, como establecen las normas legales y constitucionales.
Creó y desplegó por todo el territorio nacional a los tenebrosos escuadrones de la muerte (“Grupo Colina”) cuyos efectivos gozaron de total impunidad para detener, secuestrar, torturar y matar a cualquier persona sospechosa de tener vínculos con la subversión. Y luego los felicitó y los premió ascendiéndolos en sus rangos militares por los “grandes aportes efectuados en la ‘seguridad’ del país”. Y cuando fueron descubiertos y sancionados por la justicia, los amnistió porque, a su juicio, habían actuado como verdaderos patriotas en defensa de la patria.
Sojuzgó al Poder Legislativo intimidando y comprando adhesiones, como sucedió con los famosos “congresistas tránsfugas”, los mismos que consagraron una legislación contraria a los derechos de los ciudadanos y proclive a los intereses de las transnacionales imperialistas que literalmente se apropiaron de todas nuestras riquezas nacionales.
Se regodeó en el fango de una prensa servil y obsecuente que alababa sus prácticas mercenarias y represivas, magnificaba sus logros, silenciaba sus crímenes y, por el contrario, denigraba a todas sus víctimas y opositores.
Ahora -siete años después de haber abandonado su cargo y salir subrepticiamente del país, como un vulgar delincuente- el ex dictador enfrenta a la justicia peruana. Los crímenes que se le imputan son harto execrables. Quizá los más relevantes sean los casos siniestros perpetrado por el “Grupo Colina”: Barrios Altos y La Cantuta.
La matanza de Barrios Altos, efectuada la noche del 03 de Noviembre de 1991 acabó con la vida de 15 personas que se encontraban participando de una fiesta y entre los cuales se encontraba un niño de escasos ocho años. Fue una masacre practicada con saña, alevosía y premeditación en la que los criminales, cubiertos los rostros con "pasamontañas", descargaron todas las balas de sus armas automáticas sobre los cuerpos tendidos en el suelo de estos indefensos pobladores. El testimonio recogido por la CVR a los sobrevivientes de esta masacre es de lo más espeluznante e invito a leerla aquí.
El secuestro y la ejecución de los nueve estudiantes y un catedrático de la Universidad La Cantuta realizado entre la noche del 17 y la madrugada del 18 de Julio de 1992, en la residencia estudiantil de esta misma universidad, fue perpetrado por el mismo “escuadrón de la muerte” (Grupo colina) quienes ejecutaron sin mayor preambulo a estos universitarios y al docente y luego enterraron los cuerpos con cal, en un descampado, en el vano intento de desaparecer todo rastro de estas víctimas.
Estos crímenes de lesa humanidad por los que será juzgado (amen de otros por corrupción, usurpación de funciones, malversación de fondos, peculado, asociación ilícita para delinquir) merecen tener una sanción en la que el Estado descargue todo el peso de la ley y sirva de ejemplo para todos los aspirantes a dictador que se sientan atraídos por la violencia y fracturen los sistemas democráticos para imponer su tiranía. Aquí es oportuno señalar lo que mencionaba el articulista José María Mena del diario El País (“El ultimo viaje”) con respecto a la inmundicia de este gobierno fujimontesinista: “…aquí cabe apreciar, objetivamente, la criminalidad de los dictadores, de las dictaduras, de sus instituciones y de sus sectores de apoyo, constituidos en grupo u organización delictiva, con sus jefes, sus bases violentas y sus cómplices y encubridores, aparentemente apacibles y silenciosos” Y remataba este escrito con una aserción muy oportuna y digna de tenerse siempre presente: “¡Todos los fujimori tienen sus montesinos!”.
3 comentarios:
Humberto, qué pluma; le extrañamos con ella en La otra chilanga. Por cierto, nos han vuelto a premiar con el TBA. Saludos.
Las dictaduras son abominables en cualquier parte del mundo. Nada justifica la violación de los derechos del hombre como asi lo establecen las legislaciones nacionales e internacionales. Celebro que a este émulo de Pinochet lo enjuicien respetando sus derechos humanos. ¿suena a ironía, no? Pero, así debe ser. Caso contrario estaríamos en la misma situación de cuando se violentó el sistema democrático y se conculcó los derechos de todos los ciudadanos.
Humberto: Que bendicion pasar por este lado que de oscuro no tiene nada, la claridad de sus post demuestran el gran talento que posee para expresar sus ideas.
Muchos latinoamericanos esperamos que la pena que le sea impuesta a Fujimori sea ejemplar. Para que aleje a nuestros mandatarios de practicas tan atroces y para que oigan la voz del sentido común y de su pueblo, por encima de los siniestros amigos y asesores.
un gran saludo
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