lunes, 23 de junio de 2008

LOS DESGRACIADOS


Hoy día a propósito de “Una Biografía de César Vallejo” posteado en el blog Peruanista (quien a su vez trae a colación el interesante artículo “¿César Vallejo ha muerto?” del ensayista argentino Rodolfo Alonso publicado en La Jornada Semanal) me doy con la tarea de buscar en Google más datos sobre el autor de “Masa” y …¡Oh, no!, encuéntrome con un editorial infame e infamante titulado “Historias de Vallejo” que trata de ensuciar la memoria de uno de los más grandes poetas universales de todos los tiempos.

No puedo comprender el porqué de un odio tan visceral contra Vallejo. ¿Será acaso porque ese contacto con su poesía nos pone de bruces con una verdad insoslayable que no puede ser otra que nuestra miseria humana? ¿Será quizá porque Vallejo encarna el dolor de los desheredados? ¿Será tal vez por que Vallejo abrazó el ideario de la justicia social y la solidaridad con los explotados y los oprimidos?. Difícil saberlo. Solo sé que el que escribe dicha invectiva, en su fuero interno, si lo sabe. Y creo que lo odia porque Vallejo no ocultó sus simpatías con el socialismo y el comunismo. Y porque fue consciente y consecuente con esta ideología, hasta el final de sus días, como lo fue otro de los grandes que tenemos: JC Mariátegui.

César Vallejo ha sido, es y será por siempre el más grande poeta peruano. No importa cuantos Aldos M. vengan a querer ensuciar su memoria, Vallejo –como diría Rodolfo Hinostroza- no solo es un poeta, no solo es un hombre: ¡César Vallejo es un mito!.


LOS DESGRACIADOS

(César Vallejo)

Ya va a venir el día; da
cuerda a tu brazo, búscate debajo
del colchón, vuelve a pararte
en tu cabeza, para andar derecho.
Ya va a venir el día, ponte el saco.

Ya va a venir el día; ten
fuerte en la mano a tu intestino grande, reflexiona,
antes de meditar, pues es horrible
cuando le cae a uno la desgracia
y se le cae a uno a fondo el diente.

Necesitas comer, pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndale, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma.

Ya va a venir el día; pasan,
han abierto en el hotel un ojo,
azotándolo, dándole con un espejo tuyo...
¿Tiemblas? Es el estado remoto de la frente
y la nación reciente del estómago.
Roncan aún... ¡Qué universo se lleva este ronquido!
¡Cómo quedan tus poros, enjuiciándolo!
¡Con cuántos doses ¡ay! estás tan solo!
Ya va a venir el día, ponte el sueño.

Ya va a venir el día, repito
por el órgano oral de tu silencio
y urge tomar la izquierda con el hambre
y tomar la derecha con la sed; de todos modos,
abstente de ser pobre con los ricos,
atiza
tu frío, porque en él se integra mi calor, amada víctima.
Ya va a venir el día, ponte el cuerpo.

Ya va a venir el día;
la mañana, la mar, el meteoro, van
en pos de tu cansancio, con banderas,
y, por tu orgullo clásico, las hienas
cuentan sus pasos al compás del asno,
la panadera piensa en ti,
el carnicero piensa en ti, palpando
el hacha en que están presos
el acero y el hierro y el metal; jamás olvides
que durante la misa no hay amigos.
Ya va a venir el día, ponte el sol.

Ya viene el día; dobla
el aliento, triplica
tu bondad rencorosa
y da codos al miedo, nexo y énfasis,
pues tú, como se observa en tu entrepierna y siendo
el malo ¡ay! inmortal,
has soñado esta noche que vivías
de nada y morías de todo...

2 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Bella la poesía de Vallejo, uno de los más grandes poetas de lengua castellana.
En cuanto a ese individuo no es sino su envidia patológica y su mala baba la que le hace ensuciar a este gran poeta.
Siempre hay gente así. Pero lo dices claro, nadie podrá empañar su obra, que es lo importante.
Por sus obras los conoceréis.

Salud y República

Antonio Flórez dijo...

"Al final de la batalla
y muerto ya el combatiente
acercóse hasta él un hombre
y le dijo:
no mueras, ten valor,
vuelve a la vida.
Pero el cadáver, ¡ay!
siguió muriendo.
(...)
Se acercaron todos los hombres
de la Tierra.
Les vio el cadáver,
triste, pequeño.
Levantóse lentamente,
abrazó al primer hombre,
echóse a andar".

Un humilde homenaje a César Vallejo y a quienes lo recuerdan; y un saludo.